miércoles, 31 de diciembre de 2008

X. LOS REACCIONARIOS - LA DICTADURA PROLETARIA Y LA BUROCRACIA SUBALTERNA APROPÓSITO DE UN ARTÍCULO DE POINCARÉ

Transcripción : Pedro Pariona M.


RUSIA EN 1931
Reflexiones al pie del Kremlin

César Vallejo Mendoza



X. LOS REACCIONARIOS - LA DICTADURA PROLETARIA Y LA BUROCRACIA SUBALTERNA APROPÓSITO DE UN ARTÍCULO DE POINCARÉ

El ruso reaccionario pasa por Moscú como un fantasma herido y rencoroso. Asiste a la nueva realidad desconcertado y a la fuerza. Va a paso lento e inseguro, mirando con recelo y desconfianza en torno suyo. Ni centro de gravedad en sus piernas, ni en su cabeza, ni en sus intereses. Los métodos y disciplinas soviéticos se le antojan tan extraños e inaceptables que le han neutralizado, reduciéndole a una impotencia absoluta. Su rol social resulta así nulo. No es un actor, sino un espectador de la realidad. No vive, sino se sobrevive. Es un nostálgico y no un pragmático. Así lo revela su modo de preguntar y de responder, su modo de guardar silencioso y de moverse. Es un acorralado y un perdido sin remedio. Los trece años de gobierno soviético le han convencido de su derrota definitiva. No le queda más que consentir, ya que no puede oponerse ni protestar.Si es un nepman, le veremos casi siempre detrás de su pequeño mostrador, abstraído y presa de constantes alarmas e inquietudes. Su restorán, o café, o tienda de zapatos -una ratonera oscura y ruinosa- aparece de ordinario sola y sin clientes, El nepman, en su inútil e inoperante afán de defender y acrecentar sus intereses, no los descuida ni sale nunca de agujero. Acaso, por otro lado, es de miedo o por misantropía que no frecuenta la calle ni la ciudad. Grandes son el desprecie y la aversión en que le tiene el mundo entero. Su presencia es, todas partes, una lacra, atrayéndose las miradas hostiles y acusadoras. Algunos de ellos parecen desafiar nuevo rico. La mayoría al contrario, trata de bajar la cerviz para amenguar el odio envolvente. Pero en general, el nepman lleva una vida fugitiva y azorada. No hay cosa que inspire mayor lástima que su figura asustadiza y atormentadiza y atormentada de prestamista clandestino.Si el ruso reaccionario es un obrero, le veremos igualmente presa del desconcierto ante la nueva vida, en la que toma parte sólo materialmente, forzado por la necesidad económica. En el fondo, su desolación y su inquietud son mayores que en el nepman. En éste se trata, sobre todo, de un conflicto o drama económico. En aquél, de una tragedia subjetiva, espiritual. En este se trata, sobre todo, de un conflicto o drama económico. En el primero, la mentalidad reaccionaria o neutral -que es lo mismo- no cambia con la revolución. En el segundo, ella sufre diariamente el contacto evolvente de la fábrica bolchevique, que la influye y agita hasta hacerla vacilar, aunque no logre convertirla. La independencia económica, en el nepman, protege y defiende su viejo acervo espiritual. La pobreza, en el obrero, le expone al comercio social circundante, cuyas ideas y sentimientos nuevos le penetran sutil y escurridizamente, tratando de derribar los menguantes, pero aún bastante fuertes y dominantes, de su espíritu conservador. Este obrero no es, ciertamente, un bolchevique, ni lo será acaso; mas tampoco es ya del todo un conservado, pues su vieja fe social se halla ya bastante quebrantada. Tal es su tragedia personal, su encrucijada insoluble, que se refleja en todos sus actos cotidianos. Su trabajo carece de impulso social y de intención política. En la fábrica le veremos realizar fríamente su faena, sin poner en ella ninguna fe colectiva y sin concederle más trascendencia que el provecho personal del salario, lo hace por conservar su puesto y no poner su por cooperación consciente y voluntaria a la obra común del Estado. Esta negligencia social va hasta derivarse en sus maneras, en su traje, en la expresión de su fisionomía. Es reacio a todo sentimiento de comunidad celular, sindical o simplemente clasista del obrero soviético. En las asambleas de fábrica, a las que está obligado a asistir por prescripción legal de la alegría y del entusiasmo colectivo de los otros, su mirada una neutralidad de incertidumbre de sonámbulo. Nunca va a los clubs obreros. Prefiere permanecer en su casa o pasear por las calles con su mujer, ofreciendo el espectáculo de la típica pareja obrera capitalista o pre-soviética.Un día he encontrado en el Museo del Ejército Rojo a dos ferroviarios, Fiedotov y Flavinsky, de unos cuarenta a cuarenta y cinco años ambos. Los he abordado con el pretexto de pedirles que me esclarezcan ciertos signos eléctricos del mapa biográfico de Lenin. Mi intérprete se negó a hablarles, diciéndome:- No vale la pena, porque creo que son campesinos que no han de saber nada.Pero en mi afán de explorar en lo posible la opinión, estado de espíritu y género de intereses de los diversos sectores sociales rusos, he insistido y, al fin, he hablado con Fiedotov y Flavinsky. Al cabo de largos prolegómenos en la conversación, destinados a vencer su desconfianza, me han dicho, saliendo del Museo:- Nosotros no sabemos nada. Somos simples obreros. Nada tenemos que ver con la política.Me doy cuenta en el acto de que me hallo ante gente reaccionaria. Mi curiosidad se aviva y no quiero perder la ocasión de oír opiniones contrarias al régimen. ¿lo lograré ahora? Porque no olvido que Rusia vive bajo una dictadura franca e implacable, y que pocos se atreven, dentro de ella , a atacarla al aire libre. Pero mi tenacidad y mi paciencia, al fin, lo logran. A ello me ayuda mi intérprete, cuya fobia por el régimen abre a los ferroviarios el camino de las confesiones y elimina en ellos todo temor y toda desconfianza.-¿A qué hora trabajan ustedes? - les pregunto.- A las dos de la mañana.- ¿Dónde trabajan?- En el terraplén del ferrocarril al Cáucaso.- ¿Cuántas horas dura su trabajo?- Siete horas.-¿Menos que otros obreros?- Menos horas, porque trabajamos, a veces, por la noche y a la intemperie.- ¿Están contentos de su trabajo y de su género de existencia?- Y así no lo estuviésemos.- ¿Y del Gobierno?-Eso no nos va ni nos viene...Ambos observan en torno nuestro. ¿Tienen miedo de ser oídos? Apuramos entonces el paso en dirección de las orillas del Moscava. La noche viene. Un poniente de octubre, luminoso, tiñe de oro desesperado las cúpulas bizantinas del Kremlín.-¿Hay mucha vigilancia policial?-No es de la policía de la que hay que cuidarse, sino del pueblo mismo. En Rusia todos son policías. Cada obrero es un agente.- ¿Cada obrero partidario del Soviet?- Pero como casi todos son sus partidarios, los que no lo son viven controlados y espiados por todo el mundo.-¿Lo que prueba que el régimen es popular?-Popular a la fuerza. Popular después de muchos años de obligar al pueblo a querer a sus verdugos. Porque Stalin y sus secuaces son tan déspotas y tiranos como fueron los zares o peor.-Es la dictadura proletaria.-No lo sabemos. Lo que sabemos es que la revolución nonos ha traído la libertad, como muchos lo imaginaban, sino la esclavitud más descarada y cínica.Bordeamos el río en la penumbra. Por este lado el muelle es un desierto. A penas se oye abajo, sobre las muertas aguas del río, las voces de los adolescentes bateleros que hacen el servicio de transportes de gente de una orilla a otra.¡La libertad! Comprendo inmediatamente la mentalidad de los dos ferroviarios. A ellos no han llegado -porque voluntariamente no lo han permitido- la noción leninista del Estado. Ignoran que mientras el Estado exista, la libertad será imposible.El Estado es, por definición, el instrumento de dominación social de una clase sobre las demás clases. En tanto la sociedad esté estructurada en dos o más clases sociales, el Estado y, con él, la negación de la libertad, será inevitable, decir Estado, proletario o capitalista, es decir dictadura, ausencia de libertad. La diferencia está en esto: que el Estado proletario es una dictadura de la mayoría trabajadora sobre la minoría de parásitos, mientras que el estado capitalista es la dictadura de unos cuantos explotadores sobre la masa de productores. Por otra parte la dictadura soviética es franca, descubierta , legal mientras que el régimen “Democrático” burgués, liberal y parlamentario, es una dictadura encubierta , hipócrita, disimulada, fantoche, odiosa. En fin la dictadura soviética tiende a suprimir la armazón clasista la sociedad - causa y origen del estado de la propia dictadura-, iniciando y construyendo poco a poco, la forma socialista de la convivencia dentro de la cual el derecho y la obligación individual se cumplan espontáneamente y sin necesidad de cohesión estatal, mientras que la dictadura capitalista consolida y ahonda más y más, y quiera o no quiera, la diversión de clases. Digo que quiera o no quiera, porque así no lo quisiera siempre existiría la división de clases, y ya que ésta división condiciona la razón de ser y la existencia misma de los intereses clasistas que gobiernan. Para la clase capitalista, destruir la división de clases equivaldría a su suicidarse. La prueba está en que no la destruye. Por lo demás, la abolición de la sociedad estructurada en clase no es sino una parte de la empresa de su presión del Estado. La otra parte, la más importante y la decisiva, consiste en consiste en crear el nuevo tipo de sociedad que ha de reemplazar al tipo clasista y que, según parece, no será otro sino el socialista supongo que nadie a de sostener ya seriamente que la sociedad futura será corporativa. Recuérdese que de lo que se trata es justamente de suprimir el estado. El sindicalismo organizado bajo un órgano supremo de control lejos de suprimirlo, lo fortifica causa en verdad estupor de ver como aun gentes para quienes el fascismo el comunismo no acaban todavía de deslindar sus fronteras en la historia. No logran convencer de que el fascio conduce la barbarie, mientras que el soviet conduce el porvenir.Les digo a los ferroviarios:- ¿Es que son ustedes esclavos? ¿Cuales son sus jugos y sus cadenas?- Hace pocas semanas- me responde- se condenó a dos años de prisión a un conductor del tres de la linea en que nosotros trabajamos, según se cree se conducía su locomotora con negligencia intencional.- ¿Es posible?-Se le acusó a si que queremos socavar al régimen, causando daños en la buena marcha del transporte.-¿y era eso cierto?- Una mera calumnia.-¿... pero a quién le interesaba perder al conductor? ¿ El estado, supongo, no tenia ningún interés el ello?.-Eso no lo sabe nadie. En todo caso es la maldad humana o la gana de exigir del trabajador más celo y más esfuerzo de lo que humanamente le son obreros. Se nos somete y vivimos casi en un régimen de trabajos forzados.Los ferroviarios tocan un tema de gran actualidad: “ el trabajo forzado en la Rusia del Soviet”. Con ocasión del llamado Dumping soviético, de que se quejaron últimamente los gobiernos capitalista.Raymond Poincaré escribía un artículo en L Excelsior, de París, acusando al soviet someter al proletario ruso a un verdadero sistema de trabajos forzados, con el único fin de exceso de producción destinada a ser vendida en el extranjero más barata que los productores capitalistas. ¿Es verdad que en Rusia existe el sistema de trabajos? ¿ Es verdad lo que dice Poincaré lo que me decía Fiedotov y Fiavinsky?.El trabajo es la sociedad burguesa “Libre”.“Libre” en cuanto a que el individuo puede o no trabajar , y “libre”en cuanto a que puede escoger , según su sola inclinación personal , tal o cual oficio, profesión o actividad industrial . Jurídica y legalmente , la “ libertad” de trabajo es inalienable . Hay el derecho a trabajar y ay también el derecho a no trabajar . Hay el derecho de ser zapatero y hay el derecho de no serlo y de ser , en cambio , farmacéutico o ministro . Estamos en un régimen facultativo y discrecional . El que no trabaja no inflige el orden jurídico y legal, así como no lo inflige aquél , que pudiendo por capacidadheredada o adquirida, ser ingeniero no lo es y prefiere, verbigracia ser dramaturgo o banquero. La ociosidad es, a lo sumo inmoral, pero no es un crimen , y ni siquiera es el incumplimiento de una obligación de simple derecho civil .El haberse equivocado de oficio o de profesión es cosa que ni siquiera llega a la categoría de inmoral .Todas estas normas son, en la sociedad burguesa, de práctica y uso corriente .En la sociedad soviética , el estatuto social del trabajo cesa de ser una libertad para constituirse en una obligación, y no ya simplemente moral, sino jurídica y coercible ante la ley. El trabajo es una obligación en cuanto el individuo debe siempre trabajar, y en cuanto no es solo de su incumbencia personal optar por cual o tal oficio, profesión o actividad. Aquí residen dos de los demás esenciales diferencias entre la concepción soviética.Dentro de la primera hay el error de entender por libertad de trabajo lo que en verdad, no es mas que un libertinaje . El trabajo, material o intelectual es, en efecto , una ley esencialmente humana. Se argumentará que está no es una ley universal, sitando el caso de ciertas especies Zoológicas que no trabajan, tales como las marmas y los sánganos. Los filósofos antiguos han podido, así mismo, de predicar el desprecia al trabajo, considerandolo como degradante para el hombre. Pero conviene rechazar el primer argumento, recordando el lindero que, desde este punto de vista, existe entre la sociedad humana y la sociedad animal, Ya el socialismo utópico cayó, hace cien años, en el error de identificar ambas sociedades, en su mecánica y destinos esenciales, tomando la convivencia de las vestías como modelo de la convivencia humana. Marx destruyó este absurdo, que, como casi todos los principios del socialismo utópico, es en el fondo burgueses y hasta reaccionario en medio de su fachada revolucionaria. Por lo que respecta a los filósofos antiguos, se trata de una opinión de élite, de una postura aristocrática de la moral clasista de los parásitos que viven a expensas del obrero o del esclavo y para los que La farge reclama, burlándose de ellos, un derecho a la pereza.En la sociedad humana, el trabajo - Material o intelectual- es, pues, ley y destino y en esta ley sociedad de nuestra Naturaleza no ejerce, como creen los profesores burgueses, una libertad ni un derecho, sino que más bien a atenta contra si mismo y con tra la colectividad, y comete un delito. El feliz heredero de una fortuna, que no trabaja por que no necesita trabajar, y que pasa vida entre ocios y placeres , es y debe ser considerado como delincuente. En idéntico caso se hallan el vagabundo, el bohemio, el sacerdote,el político profesional y más manos cruzadas de la sociedad burguesa.El escoger por sí solo y sin ninguna responsabilidad ante los otros una profesión u oficio no es tampoco una libertad. Una tal elección debe ser resultado de un acuerdo paritario, tácito o expreso, entre el individuo y el Estado. Los errores en que puede caer una persona al optar por deliberación y actos suyos exclusivos, un género cualquiera de trabajo, no sólo los sufre el individuo, sino también la sociedad. De otro lado, una sociedad organizada racionalmente -como debe ser la sociedad humana- necesita de fuerzas y aptitudes individuales que varían siguiendo el ritmo y las modalidades de la vida y desarrollo colectivos. A veces el interés social necesita más de profesores que de sastres o más de electricistas que de músicos. Las vocaciones individuales deben por consiguiente, ser francamente dirigidas y controladas por el Estado, inspirándose en las disposiciones del individuo y secundado por éste. De otra manera, no es posible ningún orden social, ninguna creación colectiva.Pero los perezosos, en resumidas cuentas, no sostienen su teoría con el carácter colectivo general que pudiera creerse. Es, de una sola pieza, una teoría clasista. El derecho a la pereza de Poincaré, como el de los filósofos antiguos, expresa y defiende una postura aristocrática. Esta fórmula fue inventada y sirve únicamente para legitimar y justificar el parasitismo de los patronos y de losy de los dirigentes sociales, mas no a autorizar la ociosidad de los obreros, verdaderos productores de la riqueza. En el terreno práctico, ¿quienes trabajaban y quienes no trabajaban? ¿Quienes son libres de escoger su oficio o profesión y quienes no lo son? El obrero está constreñido siempre a trabajar, no ciertamente por mandato expreso de una ley penal, sino porque a ello le fuerzan la necesidades en que le ha colocado el sistema capitalista. Si el obrero pretendiese hacer suyo el famoso derecho a la pereza y ejercitarlo, parecerían él y su familia de miseria, aparte de que cesaría la producción y vendría la bancarrota social. En cambio, los propietarios y capitalistas sí que son libres de trabajar o no, sin que en este último caso cesen de vivir siempre en la abundancia. También pueden sus hijos elegir libremente ser médicos, abogados o comerciantes, mientras que los hijos de los obreros, desde los siete años de edad, son forzados por la necesidad a trabajar y ganar, de modo inmediato y en lo primero que pueden, un salario, aun contra sus vocaciones, y, lo que es peor, violentando y atrofiando sus energías y posibilidades nacientes.- Lo mismo sucede -añaden los ferroviarios- con muchos técnicos y profesores a quienes el Soviet persigue y castiga severamente por el solo hecho de que no trabajan más o no son de mejor calidad sus obras. No pasa mes en que la Guepeu no juzgue y condene a diversas personas a la prisión al destierro y otras penas por parecidos delitos. Eso es inicuo. Los trabajadores están por eso cada día más descontentos. ¡Maldita revolución!Es esta la misma queja que se oye en boca de los capitalistas extranjeros. Se vuelve aquí a olvidar que el régimen soviético es y será por mucho tiempo un régimen social revolucionario. La revolución proletaria no fue únicamente la toma del Poder, ni de la guerra civil que la siguió, ni el comunismo de guerra. Estos hechos y etapas no fueron más que los episodios militares y políticos de la revolución obrera. Lo que ésta tiene de más profundo y que la inviste de un significado histórico superior al de las demás revoluciones sociales de veinte siglos a esta parte, es el salto económico, la transformación de base de las relaciones de la producción. Y esta transformación no se hace en un año ni en veinte, para que en Rusia pueda imperar ahora la tranquilidad completa. No. la revolución económica continúa realizándose, y su realización entraña, como toda revolución, un régimen excepcional de fuerza, una dictadura de hierro. “Una revolución sin terrorismo - ha dicho Trotsky- no es una revolución”. La historia de las revoluciones proletarias es, a este respecto, muy ilustrativa, Marx y Lenin están acordes en atribuir el fracaso de la Comuna de Paris a la falta de energía de sus jefes para retener el Poder, destruyendo al enemigo con puño implacable. El Consejo Central de la Comuna integrado en su mayor parte por pequeños burgueses del templo liberal de Blanqui, pecó de debilidad y de sentimientos humanitarios con el enemigo de clase, dando así tiempo a Thiers para rehacer sus huestes, aun pactando con las legiones prusianas, y para tomar luego la ofensiva contra el Gobierno comunal. La soldadesca de Versalles, al atacar París, sí que fue feroz e impecable con las masas obreras. Ese humanitarismo de la Comuna, más liberal que el liberalismo puro de la hipócrita burguesía, la perdió.La revolución rusa no parece dispuesta a correr igual suerte. A la base de todo el sistema del derecho soviético está plantada, como una roca inamovible, la razón revolucionaria. En particular, el derecho penal reposa casi por entero en la defensa del interés revolucionario. En la escala de los delitos, corresponde, por lo demás, a la que tiene este mismo delito en la sociedad burguesa. La diferencia radica, de un lado, en que aquél, es un delito contra la conservación del Estado, y, de otro lado, en que el primero consiste sólo raramente en omisiones. Esta última diferencia reside, sobre todo la mayor severidad del sistema penal soviético. Una serie de omisiones o negligencias más o menos conscientes y evitables entrañan ya una conducta delincuente. Y es que una situación social revolucionaria contiene intereses colectivos infinitamente mas sensibles al daño de una conducto individual que los interese sociales de un estado conservado en el primer caso, dicho intereses son violentos y el régimen en que se apoyan es también violento. La situación social revolucionaria, en suma de la batalla permanentemente.Ella juzga, por consiguiente, a los que falta contra ella, en simples y fulminantes sumarios de guerra.De otro lado, la razón revolucionaria se halla, en Rusia, en todas partes, al punto de que pocos son los actos del individuo que no la rocen. ¿porqué esta extensión del interés político? Porque los intereses del Estado soviético se hallan asimismo en todas partes: en los ferrocarriles en el comercio, en los Bancos, en las fábricas, en el campo, en las habitaciones, en los cuarteles, en los centros de enseñanza, etc. De aquí que un incumplimiento del deber de un trabajador en su trabajo, que, dentro de la sociedad burguesa, no pasa de una infracción civil contra la propiedad particular en que se ha cometido, resulta ser, en régimen soviético, una falta contra el Estado, un ataque a la razón revolucionaria, un delito político.No hay, pues, que escamotear el sentido histórico y jurídico de las represiones del Gobierno ruso, represiones que los enemigos del Soviet exageran y desnaturalizan criminal y tendenciosamente. El interés revolucionario que el Soviet encarna y en cuyo nombre y defensa opera, esté justificado, no solamente por los motivos específicos de táctica histórica a que acabamos de aludir, sino también, y sobre todo por las dos consideraciones siguientes: primeramente, porque este interés es el de la mayoría que trabaja y produce la riqueza colectiva y en segundo lugar, porque él trata de realizar y realiza, poco a poco, el ideal de una mejor sociedad humana, sacrificando al servicio de esta empresa gigantesca la vida, la paz y el bienestar momentáneos de esa misma mayoría.Todo esto les digo a Flavinsky y a Fiedotov. Pero no les convenzo.-Se nos arroja de todas partes. El obrero encuentra cerradas para él todas las puertas del Gobierno. ¿Ha estado usted en los ministerios?-Sí, en algunos. ¡El funcionarismo subalterno soviético!... una plaga de parásitos y de traidores, de antiguos cuadros zaristas y de otros sectores extraños y hasta enemigos del mismo soviet.Los dos obreros vociferan a la vez:-Ellos, los funcionarios subalternos son los verdaderos gobernantes de Rusia. Son los nuevos zares. Grandes pícaros y grandes ociosos. Se pasan la vida fumando y tomando té. Y somos nosotros, los trabajadores, los que pagamos todo. ¿Y la papelería?-Lo sé. Otra sarna del régimen.Realmente, Stalin y sus compañeros deberían extirpar cuanto antes y cueste lo que cueste, una tamaña epidemia social como es el funcionarismo subalterno. No basta la voz de alarma que constantemente lanza el partido contra este mal del régimen.El problema de renovar y depurar los cuadros funcionariles es de mayor urgencia y gravedad de las que se atribuyen ahora. Así lo estimaba ya el propio Lenin. No es exagerado sostener que este mal lo constituye el peor enemigo interno del soviet. Todos los efectos, aberraciones e injusticias que los adversarios de la revolución o ignorantes De ella atribuyen al régimen son cometidos únicamente por los funcionarios subalternos y son de su exclusiva responsabilidad. Los jueces y tribunales, los técnicos e ingenieros, los ministerios, el profesorado y hasta parte de los centros culturales superiores, están contaminados por el mal. La arbitrariedad, la rutina, la indolencia y el despotismo se han entronizados detrás de cada escritorio y de cada ventanilla. Yo he podido observar el caso en muchas oficinas y señalada mente, en los comisariatos de gobernación y de relaciones exteriores.Parece que la lepra burocrática correo con mayor influencia de las esferas administrativas que más vinculadas están con el extranjero. La razón es clara. Primera mente, ellas están servidas por elementos de larga ejecutoria funcionaril, por no decir ya casi aburguesados. En segundo lugar, la situación especial de esta oficinas tan cerca del mundo e intereses capitalistas extranjeros parece favorecer la pendiente burocrática de los intereses individuales del funcionario. Esta vecindad influye, sin duda, profundamente en la psicología de muchas oficinas, como son los ministerios ya sitados, la Kominterna, la profintern, la Mopr, la Voks, y algunos centros técnicos y científicos. Si el partido no barre el mal cuanto antes, la revolución corre con él un peligro.Mucha literatura se ha hecho en el extranjero sobre los abusos del régimen soviético. Panait Istratiha publicado, a este respecto, el panfleto más apasionado y exagerado, pero a la vez el más documentado y minucioso. Sus acusaciones son, en parte fundadas. En lo que no estoy acorde con Istrati es en la determinación de los responsables de esos abusos ni en la interpretación de éstos dentro del proceso revolucionario ruso. No es el régimen el responsable, ni tales abusos significan el fracaso de la revolución los responsables son únicamente los subalternos de la administración, y las exacciones, expoliaciones y de mas injusticias que estos cometen con las masas obreras y campesinas constituyen los gases inevitables y momentáneos de la revolución. Prueba de lo primero son los constantes procesos y castigos que por tales abusos impone el régimen a los funcionarios culpables .Prueba de lo segundo son el éxito del Plan Quinquenal y la confianza creciente del proletariado de dentro y fuera de Rusia en la justeza de la linea revolucionaria del partido . Realista son estas que desmienten con hechos las injurias y cargos que Istrati y compañía lanzan, en un rasgo de empirismo y sensiblería sobre la revolución y su jefes del Soviet.Una demostración de que los abusos que se cometen en Rusia son de la exclusividad responsabilidad de los funcionarios subalternos, y de que tales abusos, lejos de significar la banca rota de la revolución no pasan de hechos limitados y dispersos , con alcance meramente individual y pasajero , la podemos hallar en el incidente que decidió a Istrati a atacar al Soviet . Y a condenarlo como el régimen más retrogrado y sanguinario de la Historia. Ese incidente que Según parece, vino a llenar ya la medida de los abusos presenciados por Istratien Rusia, se reduce a lo siguiente : La familia de un buen amigo suyo. Russakov, tuvo una riña mas o menos boxeril y domestico con una bochevique de Lenin grado encargada por el soviet de locatarios que informan acerca de de las transformaciones que era necesaria introducir en casa donde los Russakov ocupan una confortable departamento . Russakov debería según el informe ser cambiado de alojamiento , con el fin de que este fuese parcelado y distribuido equitativa mente, según las necesidades colectivas del caso . Ghe a qui todo el incidente . He ahí todo el abuso y toda la atrocidad del régimen proletariado . Los lectores se asombrarán seguramente de que un motivo Tan fútil y de carácter tan particular influya en el espíritu de Istrati hasta el punto de trastornarle la cabeza y decidirle a condenar para siempre a la misma revolución que él ha alabado hasta hoy con el mismo fanatismo con que ahora la injuria.Y si esto acontece con gran novelista, ¿qué de particular tiene que los otros transeúntes no haga otro tanto? Parecida manera de juzgar los acontecimientos de la historia he visto producirse y reproducirse al infinito entre los honrados e imparciales viajeros que visitan Rusia. Un escritor portugués desembarcó en Leningrado y, habiéndosenos obligado a esperar en la sala de la Aduana dos horas largas, antes de otorgarnos el pase libre en el país, mi colega empezó a indignarse;-Ya ve usted -me dijo en tono muy serio, como si por su boca estuviese hablando la posteridad-. Esto es peor que en los países burgueses. ¡Dos horas de espera en la aduana fue de dos horas y no menos.Un alemán, en Moscú, tuvo ganas una mañana de confitura de albaricoques. Salimos del hotel a buscar el dulce, y tras de recorrer varias calles, no alcanzamos a distinguir un atienda de confituras. El alemán imprecó entonces enérgicamente:-¿Y esto se llama socialismo? ¿Socialismo es un país donde no se puede comprar un dulce tan corriente y abundante en las captales burguesas? Créame usted que por este camino me voy formando un triste idea del Soviet.¿Y qué decir de los corresponsales viajeros que envían a Rusia los grandes rotativos del capitalismo extranjero?Con todo, fuerza es reconocer que la repetición de los abusos funcionariles exige de parte del Comité Central mayor atención. El desprestigio que estos abusos acarrean al régimen puede aumentar y adquirir peligrosas proporciones. De otro lado, los propios intereses de la edificación socialista imponen una inmediata y radical depuración de los cuadros burocráticos soviéticos. No basta, repito, que el Comité Central se dé cuenta del mal que despliegue la propaganda hoy despliega contra él por el teatro, el cinema, la radio. De lo que este se trata es de aplicar a los hechos mano más fuerte, sanciones más severas y remover en lo posible, el personal.Juzgado el caso con cierta detención, no es difícil reconocer en él signo de crisis democrática del régimen. Este burocratismo y sus abusos expresan la existencia de gérmenes de estancamiento en el sistema circulatorio del espíritu de masa en el Soviet. Estos gérmenes, de no ser sanados y renovados los cuadros, pueden ir fortificándose y polarizándose en núcleos capaces de adquirir luego tendencias clasistas, con intereses y mentalidad particulares, diversos y hasta contrarios a los de la colectividad de base. Los recientes procesos y condenas de profesores e ingenieros del partido industrial deben ser una alarma para la revolución, sobre los múltiples peligros que, desde el punto de vista de la existencia del régimen y de la edificación socialista, representa la actual estructura y funcionamiento de los cuadros soviéticos. La creciente burocratización, en extensión y hondura, de estos cuadros, puede provocar una crisis semejante a la que sufrió el mecanismo del re´gimen en 1921, en la víspera de la Nep.No desconocemos las series dificultades que para zanjar este problema encuentra el Soviet. Las filas del proletariado carecen aún de preparación para estos servicios. El zarismo mantuvo a los trabajadores en la abyección, y el Soviet no puede hacer milagros. Aquí, como en lo tocante a los cuadros técnicos y de ingenieros, la proletarización del personal es irremediablemente lenta y dura. Conviene, sin embargo, redoblar la atención y los esfuerzos al respecto . La tarea es tanto m,.as hacedera cuanto que el aspecto profesional es aquí ínfimo , para dejar libre acceso a las fuerzas e iniciativas elementales de base . Más todavía . No sólo estamos aquí ante un dilema administrativo , sino ante un viraje económico , pues todos están de acuerdo en que la polarización de estos servicios dará también por resultado un cambio profundo de los métodos actuales , acentuados su contenido constrictivo socialista. Urge , pues , traducir en tangibles y mas y más vasta realdades el imperativo socialista , a cada nueva etapa de su desarrollo , lanza al ruedo de la lucha social y política, llama a la gestión del Estado a nuevas capas de trabajadores que, en la sociedad capitalista están en el último peldaño de la evolución cultural y social”.-¿Por qué-les pregunto a Fiedotov y a Flavensky-, porqué no pone fin a estos males el comite central?-Parece que es por medio, y también porque si echa a la calle a estos zánganos no dispone de personal capacitado para reemplazarlos. Aunque eso no más Que una rutina, siempre se necesita ciertas aptitudes.-¿Y por qué no se forma estas nuevas aptitudes con gentes de base, con elementos netamente obreros?-Dicen que así lo están haciendo, pero aún no se ven los resultados prácticos.-¿De qué origen son los funcionarios actuales burgueses o proletarios?-Son en su mayoría de régimen zarista convertidos al Soviet. Otros son burgueses extranjeros-alemanes e ingleses-,y muy pocos salidos de la masa.-¿Y esos convertidos?-¿No hay tal conversión. Son unos hipócritas que esperan la primera ocasión para sabotear el régimen ( ). Son los peores enemigos encubiertos del Soviet.De donde resulta que contra quienes se quejan en realidad, Fiedotov y Flavinzky, es precisamente con los propios elementos reaccionarios del oficinismo soviético, es decir, contra sus correligionarios políticos, que forman tácitamente con ellos en el frente común subterránea contrarrevolucionario. Los dos ferroviarios no se dan cuenta de que lo que aún hay de reprochable en el Soviet son justamente las supervivencias zaristas, lo no revolucionado todavía. En vez de exclamar. ¿Maldita revolución!, deberían pues, ser más lógicos y exclamar: ¿Maldita reacción!¿Y ustedes? -les pregunto.-Yo soy-dice Flavinky-- y he sido siempre obrero. Mi compañero, no.-Yo -dice Fiedotov-he sido hasta hace poco comerciente, dueño de un restorán. Un arruinó con impuestos. Tuve después que proletarizarme. Yo me habría ido de Rusia, pero me quedé sin un kopek y con familia.Este es el destino de los nepman y de los kulaks: la ruinas más o menos próxima o lejana, pero cierta e inevitable. El Soviet restableció en 1921 el pequeño comercio, la pequeña propiedad particular, con el objeto de remover y avivar, con el estímulo de las utilidades individuales, la economía del país, a la rezón en crisis aguda. Fue la creación de la Nep. Pero la creó para ir matándola a poco, a medida que se desarrollara a la economía colectiva del Estado. ¿De qué medios se sirve el Soviet para matar al nepman creado por él ?. De la creencia competencia que le hace el comercio de Estado, en rápido progresión, por un lado, y por otro, de los impuestos. El pequeño propietario-nepman o kulak-- resiste al comienzo, pero al fin sucumbe. Si entonces le queda algún dinero, se marcha el extranjero. Si no le queda nada, como a Fiedotov, se proletariza. En cualquiera de estos casos, el nepmen y el kulak siguen siendo, como es de suponer enemigos jurados y mortales del Soviet.--¿Están ustedes sindicados?-¿Para qué sindicarse? En los Sindicatos son los bolchevique lo únicos que mandan, y los otros no hacen sino seguirlos como ovejas y hacer de carnaza de la burocracia sindical. Además, el pertenecer a un Sindicato es sólo para llenarse de obligaciones y de responsabilidades.¡Cómo se ve que los dos ferroviarios están penetrados y denominados poe el espíritu burgués, Fiedotov por hacerlo sido formalmente, y Flavinsky por haberse criado y educado en régimen zarista! En todo no ven más que el provecho personal, y quién. ¡Siempre el punto de vista individualista y jerárquico!-No conviene -me dicen en voz baja-seguir por aquí a esta hora. Pueden vernos. Podemos despertar sospechas. Vamos dando vuelta y salgamos a la Plaza Roja.Comprendió perfectamente las constantes alarmas de estos pobres hombres. Aun cuando ellas no correspondan a motivos reales y objetivos, su conciencia los invente. contrariamente a lo que ellos me dicen, nunca ha podido yo por mí mismo comprobar la terrible vigilancia policial de que se quejan. Jamás se me ha molestado en Rusia en este terreno. Ni una sola vez ha tenido que ver con la Policía ni con nadie por razones políticos. Estoy dispuesto a testificarlo cuantas veces se necesario, en honor a la verdad. Cierto es que no he intervenido para nada en la vida política de Rusia. Pero aun de haberlo hecho y de habérseme vigilado por esta causa, yo no me habría puesto en la posición liberaloide barata y melodramática de quejarme contra el Soviet como es de uso entre los idealistas y amantes idólatras de la libertad. Mis ideas respecto a la libertad social con de muy distinta esencia para tan simplista actitud. Sé que el fenómeno de la libertad es cosa relativa y variable. Y que nada tiene de absoluto. Sé que en ningún régimen político de la historia ha sido completa esa libertad, y que en consecuencia, el individuo está siempre vigilado en que vive. Yo he sufrido esta vigilancia policial, pública y secreta nada menos que de parte del régimen más liberal del mundo capitalista: el Gobierno francés, “cuna de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad de los hombres”. Esto también estoy dispuesto a probarlo, con papeles en mano, cuantas veces sea necesario. ¿Por qué, entonces, se quejan Henri Beraud, Panait Istrati, Lafevre y demás servidores, analfabetos y fanáticos, de la prensa reaccionaria, de que los enemigos del Soviet sean vigilados en Moscú’ la diferencia entre y otra política reside-¡no me cansaré de repetirlo para que se sepa bien!-¡en que el Soviet defiende así la vida, los intereses y el destino de unos cuantos explotadores y verdugos, mientras que los gobiernos burgueses defienden la vida, los intereses y el destino de unos cuantos patronos y ricos contra la mayoría de pobres y trabajadores explotados por la memoria.Cuando desembocamos en la Plaza Roja, el reloj del Kremlín da las siete de la noche a los sones de la Internacional. Las arcadas de las cooperativas comerciales al por menor están ya iluminadas. Bajo ellos desfila mucha gente a paso rápido, alegre y confiado. El orden social soviético sigue su curso, a pesar de todo y contra todo.


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