miércoles, 31 de diciembre de 2008

XIII . LA MADRE - MATRIMONIO Y UNIÓN LIBRE. - LOS HIJOS - FIN DE LA FAMILIA BURGUESA.. - ABORTO LEGAL - DIVORCIO - LA FAMILIA SOVIÉTICA - LA FAMILIA S

Transcripción : Pedro Pariona M.


RUSIA EN 1931
Reflexiones al pie del Kremlin

César Vallejo Mendoza




XIII . LA MADRE - MATRIMONIO Y UNIÓN LIBRE. - LOS HIJOS - FIN DE LA FAMILIA BURGUESA.. - ABORTO LEGAL - DIVORCIO - LA FAMILIA SOVIÉTICA - LA FAMILIA SOCIALISTA.

En la Casa del Campesino, una de las compañeras del servicio, Ana..., Virof, tendrá unos treinta años. Es madre de tres criaturas y, además, ha trabajado hace poco en la maternidad de una fábrica de Moscú. Conoce, en consecuencia, a fondo cuanto se relaciona con la situación de la madre y de la esposa en Rusia. Sus informes, como vamos a ver, son preciosos a este respecto.—¿Es usted casada —le pregunto.—Sí.—¿Qué diferencia existe entre una pareja casada y una pareja unida por el amor libre? ¿Qué ventajas tiene usted sobre las mujeres o madres no casadas?—Ventajas, ninguna. La pareja casada y la -unión libre están en el mismo' pie de igualdad en Rusia. Ante la ley, ante el Estado, ante la sociedad, ambas uniones son completamente iguales. Económicamente, también. En fin, desde todo punto de vista.— ¿Y en cuanto a los hijos?-También. Los hijos de matrimonio gozan de los mismos, derechos y de la misma dignidad moral -que los hijos de la unión libre. No los distingue ninguna diferencia, ni respecto de los padres, ni del Estado, ni de la sociedad.— ¿Entonces? ¿A qué el matrimonio? ¿Por qué no existe solamente la unión libre?— Sólo hay una pequeña diferencia: para la investigación de la paternidad. Aunque actualmente la moralidad social, dentro del Soviet, ha llegado a un alto grado de pureza, quedan aún en Rusia muchas taras de la época zarista y de las guerras civiles. Las relaciones sexuales contienen, con cierta frecuencia, mixtificaciones derivadas de ligerezas típicas y representativas de la psicología burguesa.Esto acontece, señaladamente, en las poblaciones urbanas. En el campo, no. El campesino es fundamentalmente monógamo.— ¿Quiere usted decir que en la sociedad soviética la unión libre favorece la poligamia, el libertinaje sexual?— Si. En cierta medida y momentáneamente. La poligamia es fenómeno genuino de toda sociedad estructurada en clases. "La poligamia —dice Engels es un producto de la sociedad burguesa, y ella se realiza hoy en forma de prostitución". A este propósito, el compañero Riazanov, director del Instituto-Marx y Engels, ha escrito páginas convincentes. La familia soviética trata, por el contrario, de eliminar las postreras y recalcitrantes formas poligámicas del amor prerrevolucionario, para basarse únicamente en una monogamia rigurosa y austera, al propio tiempo que espontánea y temperamental del hombre nuevo. Las leyes e instituciones del Soviet, a este respecto, son claras y categóricas. Marx ha dicho que no hay familia posible ni amor posible sino a base de la unión monogámica. Más todavía. El grado de pequeñez de un individuo— hombre o mujer— se mide por su mayor o menor inclinación poligámica. Un polígamo no puede ser nunca un gran hombre.....—Esto no es lo que se cree en el extranjero —le digo a Ana Virof—. Hasta los más iniciados en cuestiones sociológicas modernas suponen que comunismo ruso quiere decir destrucción de la familia, poligamia, libertinaje .. .—¿Qué original! Estas suposiciones proceden,. seguramente, de vulgares derivaciones del difunto sainsimonismo de los inconstantes. Usted no tiene sino que observar en torno suyo. Una austeridad ostensible domina en la vida diaria de hombres y mujeres. Estoy casi segura —porque yo he vivido en Alemania y en Francia— que en ningún país capitalista la familia y las relaciones sexuales son de mayor moralidad que en Rusia. No tiene usted más que ver las maneras, las costumbres, los gestos, las miradas y la vida entera de cuantos le rodean.En efecto. En la medida en que un viajero puede sondear y estudiar este aspecto de la vida rusa de hoy, no es difícil cerciorarse de la profunda diferencia que hay en este punto entre la sociedad soviética y las sociedades burguesas. No se advierte en ningún momento en Rusia esa atmósfera de concupiscencia, de obsesión sexual y de vicio que flota como una onda de fuego sobre todo los sectores y todas las formas sociales del capitalismo. Dentro de la sociedad burguesa vigila constantemente, con una obstinación enfermiza y propia de sociedades decadentes, la pesadilla del deseo; disfrazado éste en galantería; en modos de vestir, en gustos artísticos o literarios, etc., o cínicamente franco y sin caretas. En el teatro, en la calle, en el baile, en el trabajo, en la iglesia, la pesadilla sexual brilla en ojos de hombres y mujeres, de jóvenes y viejos de ricos y pobres.El cambio es brusco al llegar a Rusia. El aire se purifica. Un conjunto de factores de la nueva vida cotidiana limitan racionalmente la función social creadora del deseo. No es, como creen algunos, el clima geográfico lo que determina y caracteriza la vida sexual de un pueblo, sino el clima social. La prueba está en que, durante el zarismo, la corrupción era en las ciudades rusas tan grande como en las demás ciudades europeas. La Perspectiva Nevsky, de Petrogrado, escondía tantos "encantos" como Montmartre, Piecadílly o Friedrichstrasse. Vino la revolución y, no sin atravesar previamente por crisis agudas y graves en este terreno, una nueva moralidad social nació.— La debacle social producida por las guerras de la reacción —me dice Ana Virof— se reflejó automáticamente en la familia y en las bases sexuales del amor. El Soviet, abrumado en esos años por esas guerras, no podía atajar debidamente tales estragos en la vida familiar y sexual. Y hasta hoy quedan, repito, rastros tenaces clandestinos de esa crisis`, los mismos que suelen evidenciarse a menudo en las uniones libres. El matrimonio permite, en este punto, evitar, por ejemplo, los problemas de investigación de la paternidad, emanados, como ya he dicha, de las tendencias poligámicas o de ligerezas temperamentales del burgués.—¿Quiere usted decir que la prosmiscuidad existe aún en Rusia?-Sí, aunque en muy reducida esfera. Mas frecuente es el caso del hombre que vive sucesivamente con varias mujeres, que el caso del que vive simultáneamente con dos mujeres.- ¿Por qué, entonces, no prohíbe o condena el Soviet la unión libre, estableciendo, como única base de la familia, el matrimonio?— En principio, el matrimonio es antisocialista antirrevolucionario. El matrimonio, como la poligamia— aunque esto parezca una contradicción—, es una forma genuina de la sociedad organizada en clases. El matrimonio es una de las instituciones más reaccionarias y más salvajes de‘la historia. El Soviet lo conserva solamente por el momento, con el fin de controlar en parte ciertas confusiones familiares, como aquella de la paternidad, contextuales a la moribunda psicología burguesa. Entretanto, la unión libre está haciendo ya camino hacia su consolidación definitiva y orgánica, como base única de la futura familia socialista. De este modo, mientras el matrimonio pierde día a día su prestancia en Rusia, la unión libre gana rápidamente terreno, sobre todo en las nuevas generaciones. El puente entre ambas instituciones lo constituye el divorcio, que descansa, entre nosotros, sobre principios y leyes enteramente nuevos en la historia.— ¿Usted ha sido divorciada alguna vez?— Sí. Hace de ello dos años y medio. Precisamente por eso estoy enterada de estos menesteres. Dos son las principales diferencias entre el divorcia en las sociedades capitalistas y el divorcio en el Soviet. Fuera de Rusia, la demanda de divorcio da ori gen a un proceso judicial, en el que el marido y la mujer deben, al fin y al cabo y de grado o por fuerza, convenir en el pronunciamiento del divorcio. Este no es posible sin un debate judicial y sin la venia espontánea o forzada por la ley, de los cónyuges. En Rusia no es necesario ningún proceso ni ningún acuerdo paritario. Basta que solicite el divorcio uno de los cónyuges — ¡uno solo de ellos!— para que sea decretado al instante. Cuando yo me divorcié, todo lo que hice para obtener la separación de mi marido se redujo a lo siguiente: me presenté sola ante una ventanilla del registro de estado civil, presenté mi cédula matrimonial y dije al funcionario que yo me quería divorciar. El funcionario me hizo firmar en el acto la declaración correspondiente en un libro y se me extendió una papeleta, en la que constaba mi divorcio. Agradecí y salí. Eso fue todo .. .— ¿Y su marido?— Fue notificado del divorció por un aviso escrito del registro.— ¿Y que dijo?— Nada. Dolerse sentimentalmente.— ¿Por qué se divorció usted?— Toca usted justamente la segunda diferencia con el divorcio burgués. Advierto a usted que, al pedir el divorcio, ningún cónyuge está obligado a explicar la causa por, la cual se divorcia. El solo hecho de solicitarlo basta para otorgarlo ipso facto. ¿Por qué no exige la ley soviética ninguna exposición de motivos para el divorcio? La ley reconoce así, tácitamente, que el fundamento central del matrimonio es y debe ser la libre voluntad de cada cónyuge, voluntad que encarna, dentro de la mecánica sentimental del matrimonio soviético, el amor de los casados. Consecuentemente, el marido o la mujer que solicita el divorcio está probando con su demanda que ya no quiere seguir unido a su cónyuge, es decir, que ya no le ama. Esto le basta al Estado, ya que éste no tiene ningún interés en defender y proteger un matrimonio cuyo fundamento esencial —el libre consentimiento de ambos cónyuges— se ha derrumbado. En los países capitalistas, ¿sucede lo propio? Lejos de eso. Allá figuran en el Código, como causas de divorcio, toda suerte de argumentos y pretextos: malos tratos, delitos, enfermedades, etc., pero no figura lo que, racional que debería figurar en primer término: la libre voluntad del cónyuge, que a veces puede responder, dentro de la psicología matrimonial burguesa, al hecho de haber cesado el hombre o la mujer de amar a su compañero. Así se explica cómo la casi totalidad de los matrimonios burgueses continúan funcionando a la fuerza. Así se explica cómo la familia se convierte en un infierno, salpicado de tragedias, de vicios, de falsedades, de suicidios y todos los infortunios .. .—En suma, ¿cuáles son las causas de divorcio en el Soviet?—Todas están contenidas en una sola: la libre voluntad de los cónyuges o de uno solo de ellos. Esta es la segunda distinción entre el divorcio burgués, y el soviético. Me parece que ella constituye un paso extraordinario y una liberación incalculable del` matrimonio.—¿Y usted?—Yo me divorcié precisamente porque ya- no-quería a mi marido. Simplemente por eso .. .—Pero semejante divorcio ofrece, en mi opinión, graves peligros ...—El Soviet no lo ignora —me dice Ana Virof—, Al comienzo, los- abusos fueron muchos. Poco a poco, y debido al control de la ley, al influjo del nuevo género de vida soviética y al control moral del partido comunista, los abusos son menos. El número de divorcios se reduce día a día. Una reciente estadística demuestra una disminución progresiva de año en año. Actualmente, según diagramas publicados hace poco por La Isveztia, hay más divorcios en Francia que en Rusia. Esto prueba, como usted ve, el creciente afianzamiento moral de la familia soviética. Esto prueba, asimismo, que las nuevas disciplinas sentimentales rusas van consolidándose a paso. firme, y que ellas devienen más o más espontáneas o temperamentales.—¿Y en cuanto al régimen familiar?—Contrariamente a /o que se propala en el /extranjero, la familia existe en Rusia. Usted debe haberlo ya comprobado.—No muy bien, compañera. Esto de la familia dentro del Soviet, como muchos otros aspectos socia- les rusos, se me presenta un tanto vago y confuso.—Pues bien —afirma Ana Virof—. La familia del tipo burgués clásico domina en una mínima parte la población rusa. Este tipo de familia tiende a desaparecer, por ser contrario a la nueva estructura social. Junto a él está naciendo el tipo de la familia socialista, cuyas bases y primeros esbozos apenas se anuncian vagamente. La familia socialista es una institución que vendrá, pero que anda muy lejos aún del régimen ruso actual. Sus gérmenes — que indecisos y fugitivos-- que más se presienten se ven, duermen o, más exactamente, están incubándose en la familia soviética, forma ésta intermediaria y de transición entre la vieja y derogada familia burguesa y la futura familia socialista. Este tipo de familia soviética se caracteriza por tres tendencias. La primera consiste en la disolución y debacle de los valores tradicionales de la familia burguesa. Esto quiere decir que en la familia soviética obran cada vez menos las normas de conducta del padre, de la madre y del hijo burgués. Las relaciones sentimentales y jurídicas de la familia capitalista se relajan y desaparecen rápidamente. Es la bancarrota y la muerte inminente del hogar antiguo. Signos de esta quiebra son la igualdad absoluta —en todos los terrenos— del marido y la mujer, el fin de la patria potestad y la intervención del Estado en los más íntimos y minuciosos repliegues de la vida familiar.Esta ha cesado de ser un pequeño Estado dentro del Estado, para convertirse en una célula abierta y entrañada, por todos sus respectos, al gran organismo colectivo. La familia ha sido vaciada. Sus entrañas se han volteado, asumiendo una nueva posición respecto del resto de la sociedad. Muchas de ellas han ardido, sin dejar ni- cenizas, en el crisol de la revolución. Otras quedan aún. ¿Qué devendrán después?......"La segunda característica de la familia soviética consiste en haber trasladado el eje de ésta de casa a la fábrica. Las relaciones han saltado los muros, alcanzando a los individuos de toda una clase social: la proletaria. El hogar, en Rusia, ya no lo integran los padres y los hijos, sino todos los trabajadores, Es un solo hogar, formado de millones de padres y millones de hijos. Es el hogar de los hogares.: Su mecánica sentimental se ha multiplicado, liberado y amplificado. Pero la nueva familia rusa no solamente ha dilatado y purificado sus valores sentimentales. Ellas les ha dado a éstos una base nueva en la historia: el trabajo. ¡El amor inspirado y fundado en el trabajo! ¡El parentesco del trabajo! De aquí que la fábrica se ha convertido en la fuente matriz de todas las relaciones, sentimentales, intereses e ideas de cada individuo, De ella parte toda inspiración vital, toda fe y toda esperanza humana, y a ella convergen todos los esfuerzos, sentimientos y pasiones. En ella está el principio y el fin tie la existencia. En ella está la vida. Hombres .y mujeres no piensan sino en la fábrica. El resto de la existencia ha sido relegado a segundo plano. El instinto del trabajo ha dominado a los instintos de marido, de padre, de esposa y de hijo. Gladkov ha dicho: "La nostalgia de las máquinas es más fuerte que la noticia del amor". Sólo queda de la familia antigua el instinto de hermano, pero de hermanos en la producción. Es ésta la gran fraternidad del trabajo"."La tercera característica de la familia soviética reside en los gérmenes socialistas que en ella se están incubando lenta y trabajosamente. ¿Cuáles son esos gérmenes? Es difícil precisarlo, pues ellos son aún tan difusos que no se está seguro de cómo serán sus formas posteriores y definitivas. Sin embargo, dos señales se pueden ya constatar al respeto: la desindividualización de los instintos y sentimientos de familia y la afirmación racional y progresiva de los mismos. El sentimiento paternal o filial es menos egoísta y exclusivo. Se ha socializado. Un padre es más padre de todos los hijos que del suyo propio únicamente. Un hijo es más hijo de todos los padres que del suyo propio únicamente. De otra parte, el sentimiento paternal y filial se han modificado no sólo en extensión sino también en su esencia. El padre ha bajado al nivel der hijo, haciendo de él más un hermano que un hijo. Este, a su vez, ha subido al nivel del padre, haciendo de él más un hermano que un padre. El árbol genealógico ya no es una pirámide jerárquica. Es más bien un gran círculo absolutamente horizontal, integrado por todos los miembros de la sociedad. Tratándose del sentimiento conyugal, la abolición de la propiedad privada ha nivelado de golpe al marido y la mujer, liberándolos a uno de otro y convirtiendo el antiguo vínculo de posesión y consumo recíprocos, en libre y fraternal compañerismo. Por último dentro de la familia soviética, no sólo no se han destruido los instintos y sentimientos de familia, sino que están afirmándose` y purificándose en lo que ellos tienen de fundamental y consustancial con la naturaleza humana. Este proceso de afirmación se lleva a cabo encauzando esos instintos por derroteros más racionales y colectivos que antes. No es que en Rusia el padre no ame a su hijo —como se supone tendenciosamente en el extranjero—, sino que sigue amándole, pero con un amor más racional, más justo, más generoso, más libre, más humano y más universal. No es tampoco que la mujer ya no quiera a su marido. Este cariño existe. Sólo ha cambiado de forma, y más aún, de esencia. Los miembros de la familia se aman al aire libre, engranando sus sentimientos familiares de un modo nuevo —menos individual y más social— con el complejo colectivo en que viven y del cual dependen. Padres e hijos comprenden que ellos pertenecen más a la colectividad que a la familia. De ahí la conexión o puente entre este último signo socialista naciente y el paso de la familia soviética por el eje fraternal de la fábrica, fundiéndose con ésta, centro indiscutible del nuevo orden colectivo ruso.Ana Virof conoce, según se ve, ampliamente cuanto se relaciona con la familia rusa. No es raro encontrar en Moscú obreros y obreras de abundante cultura sociológica, en razón de la gran propaganda y difusión que en este terreno realizan los centros académicos revolucionarios rusos. Estas últimas preguntas le hago a Ana Virof.—Usted es madre y podría informarme algo sobre la maternidad en Rusia.—Dos cosas hay, según creo, de absolutamente nuevo en este punto entre nosotros: el aborto y el régimen del embarazo normal. Hay dos clases de aborto en Rusia: el aborto clandestino y el aborto legal. El primero es el que practican las madres arbitrariamente, movidas por motivos e intereses caprichos y egoístas, por evitarse dolores y cuidados, por no deformarse (!) el talle o por cualquier otra causa inconfesable y oculta. En este caso, el aborto es un crimen como en todos los demás países y la ley lo persigue y castiga severamente. El aborto legal es el que se hace por el ministerio de la ley y a causa de enfermedad orgánica y grave de uno de los padres o por accidente sobrevenido durante el embarazo a la madre. Este aborto lo ordena el médico y es obligatorio para los padres. De no llevarlo a cabo, la infracción acarrea delito y sanciones igualmente severas. Este aborto legal y obligatorio es totalmente nuevo en el mundo. Después de Rusia, es Alemania la que va a establecerlo.—¿Y en lo que toca al régimen del embarazo normal?—Quiero referirme con esto al control riguroso del Estado respecto de la madre. Durante las seis semanas de reposo que preceden al nacimiento, y en las seis semanas que le siguen, la madre es vigilada minuciosa y diariamente por el Estado. Un personal especial visita sin aviso previo a la madre en su domicilio o la vigila afuera. El médico va a ver: la cuantas veces él lo cree necesario. Un régimen especial para cada caso es impuesto a cada madre, y el incumplimiento de este régimen es castigado por la ley. Además, como la madre recibe, durante esos dos lapsos, su salario completo, el Estado, la vigila a fin de que ese dinero sea invertido en el estricto cumplimiento del régimen impuesto, el cual está destinado a proteger y estimular la salud y la vida de la madre y del niño .. .—Pero un tal control supone un personal de Estado innumerable y gastos imposibles .. .—En efecto. En este servicio hay un personal inmenso y los gastos del Estado son, asimismo, incalculables. Pero ni una ni otra cosa son imposibles. Desengáñese usted. La riqueza social es infinita, inagotable. De ella se puede sacar dinero para todo. Prueba de ello es que el Soviet sostiene y paga personales innumerables para los diferentes y múltiples servicios públicos. La diferencia es la siguiente: en los países capitalistas, toda la riqueza social va a manos de unos cuantos patronos, y el Estado es casi siempre un mendigo que no tiene con qué pagar ni siquiera a los maestros de escuela, mientras que en Rusia toda la riqueza social está en manos del Estado, el cual dispone así de ingentes recursos para servir a los intereses sagrados y vitales de la colectividad, como es el de la maternidad, por ejemplo. Así es como, mientras las madres y los niños proletarios están abandonados en los países burgueses a su propia suerte, en Rusia merecen, por el contrario, todos los cuidados y la protección del Estado. ¿Ha estado usted ya en las maternidades de las fábricas?—Sí. Pero en este campo, cómo en otros muchos, el observador no puede enfocar sino un momento —el presente— de un fenómeno social. Ver una cosa no basta para abarcarla en toda su función social. Lo que a mí me interesa no es tanto una realidad, sino el proceso de esta realidad. X el proceso no es accesible más que asistiendo al devenir de las cosas, a la vida de las cosas. El presente, desde este punto de vista, es una cosa muerta. Por eso los informes de usted —que vive y ha vivido lo que ahora me expone— vienen a completar mis datos y observaciones del momento en este punto. En efecto, no he visto nunca en Rusia espectáculos lastimosos de madres y criaturas viviendo una vida de abandono y, atentatoria a la salud de las futuras generaciones; Estos espectáculos, tan frecuentes entre los obreros y campesinos de otros países, son aquí reemplazados por una infancia robusta, alegre y llena de salud espiritual. Esta es la impresión que se tiene en la calle, en las maternidades, en las escuelas, en los asilos y en los parques infantiles.



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